Muchas veces me han preguntado "¿qué relación guarda la enología con el coaching'", "¿por qué estoy en esta extraña mezcla?","¿será atinado mostrarse como enólogo y coach?". Me comentan a veces que tener ambos enfoques "es muy extraño para ser confiable" o que "es muy bueno por ser único en su tipo".
En breves líneas compartiré cómo llegué a esto y de qué se trata hoy. Como Ingeniero Agrónomo Enólogo, siempre me ocupe de aportar en mejorar las condiciones laborales, de seguridad, capacitación, aprendizaje y las relaciones interpersonales de los trabajadores de las Viñas . Por eso cuando desde el 2005 comencé a dedicarme a capacitación en empresas y a la docencia universitaria, sumando además que soy hijo de una profesora de Estado, quienes me conocían profesionalmente lo consideraron un cambio natural, ya que el interés en potenciar personas a través de la educación fluía en mí. No obstante, recuerdo que varios colegas me comentaron "si ya no iba a ser más enólogo" o "qué pena que ya no seas enólogo" (¡textual!) como si un abogado que monta una empresa de informática, dejara de ser abogado...¿? (un tema aparte es si las personas se definen ¿sólo por lo que estudian?, por ejemplo "yo soy periodista, tú eres enfermera", de esta forma, esas personas se están autolimitando con su propia comunicación).
No fue sino hasta el 2016 sentí con gran nitidez de que mi desarrollo profesional si bien siempre tuvo como eje conductor al VINO, tuvo dos pilares:
1) el desarrollo de personas, tanto en las Viñas como en educación superior y capacitación a empresas, ocupándome de su aprendizaje continuo y bienestar para mejorar su desempeño laboral y satisfacción personal y
2) la gestión de organizaciones y liderazgo de equipos, administrando con eficacia recursos tangibles e intangibles y a cargo de procesos atendiendo siempre a la mejora contínua.
Es entonces cuando decidí incorporar la herramienta del Coaching en mi vida profesional y personal, centrándome en la "Gestión de competencias" como indica la mención de mi Diplomado.
Es necesario involucrarse profundamente en el coaching para comprender el real impacto de las habilidades transversales o interpersonales (mal llamadas “blandas”) en la conexión auténtica con nuestro entorno y con nosotros mismos para lograr las metas que nos acercan a la felicidad.
Esto cobra una notoria relevancia cuando vemos que la tecnología gana espacio y serán aquellas personas con mejores habilidades transversales las que tendrán más opciones de permanecer vigentes en este nuevo contexto mundial de cambios continuos y a veces dramáticos. Nunca antes las habilidades "blandas" habían dado tanta fortaleza a las personas en su vida diaria (laboral y personal).
Volviendo a las preguntas iniciales, en especial sobre si es atinado o no mostrarse como enólogo y coach, es importante rescatar que todos los conocimientos suman, nunca restan, y dependerá de la visión personal, qué tanto se adecuen o no al perfil que ofrecemos. Al observar países desarrollados, es fácil darse cuenta lo muy común que resulta que la misma persona cuente con estudios formales que van en la línea de su formación inicial y muchos otros que no guardan relación aparente con esa línea; así también muchas personas a determinada edad se cambian de rubro profesional a otro totalmente diferente pues entienden que han venido a este mundo a ser felices y a entregar a la sociedad en lo que les hace sentido según intereses y habilidades innatas (algo similar a lo que en religiones de oriente se le llama dharma).
Y así hoy en día me defino como un profesional que posee una diversidad de conocimientos que me permiten aportar con eficiencia, entusiasmo y espíritu constructivo en la gestión de organizaciones y en el desarrollo de personas, muy agradecido de que el Vino sea la llave que me ha abierto tantas puertas en el potenciamiento de personas y organizaciones hacia el logro de su bienestar y realización.
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